Wiki Amnesia: The Dark Descent
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Casa de Gerich es la primera historia corta en Recuerdos - Amnesia The Dark Descent. Fue escrita por Mikael Hedberg e incluye ilustraciones de Rasmus Gunnarsson & Jonas Steinick. Toma lugar en el año 1774, y sigue al historiador Klaas Gottschall de la Universidad de Königsberg cuando investiga un incendio que se produjo en la Granja Zimmermann en el año 1704, eso le lleva a la muerte de un tal Sr. Stoss, y la desaparición de Wilhelm von Gerich.

Argumento[]

Esta historia toma lugar en el año 1774. La historia sigue a Klaas Gottschall, un estudiante de historia de la Universidad de Königsberg, quien intenta aclarar el destino de Wilhelm de la Casa de Gerich. El estudiante de historia habla con varias personas en Altstadt esperando saber más sobre el último caso de Wilhelm; el incendio de un granero el cual ocurrió a un par de millas al sur de Altstadt. Su rastro le lleva hacia el Castillo Brennenburg, donde conoce al barón, Alexander, el cual es donde la historia termina. El destino de Klaas es desconocido.

Casa de Gerich - Historia Corta Completa en Español[]

Altstadt nunca había presenciado tales crímenes, no hasta el periodo de oscuridad que abarco desde principios de invierno de 1702 hasta finales de verano de 1704. Durante estos años no menos de 39 hombres fueron arrestados y encerrados en los calabozos del castillo Brennenburg. En muchos casos la familia del criminal parecía desvanecerse de la tierra, reduciendo efectivamente la ya disminuida población de Altstadt con 86 almas. El magíster oficial no tenía detalles de los registros de estos crímenes, dado que muchos de los arrestos fueron encargados por un noble llamado Wilhelm.
Klaas Gottschall
Universidad de Königsberg

El magíster revolvió los documentos en su escritorio, de tanto en tanto encontrando algo, ajustándose sus anteojos, e intentando descifrar la escritura de la época pasada.

“No sé qué decirle, Señor Gottschall…”
“Por favor, llámeme Klaas.”
“Señor Klaas, no parece haber mucho allí.”
“Lo sé.”

El magíster se inclinó en su silla esperando por una explicación. Klaas alcanzo su bolsa, saco un grueso libro y lo coloco sobre el escritorio.

“¿Estas familiarizado con el Patrimonio de Ludwig Kleist?”

El magíster temía por una charla de tanta palabrería con el historiador sentado del otro lado del escritorio.

“¿Importa?” Respondió él, dándose cuenta de cuan grosero debió haberse expresado. Klaas le miro confundido.
“¿Puedo ofrecerte una bebida?” continuo el magíster, con la esperanza de poder redimirse. Él rápidamente se levantó y se dirigió a un armario, trayendo consigo dos vasos y una botella de licor.
“Gracias – Es solo que el Señor Kleist ha hecho una minuciosa investigación sobre el destino de la Casa de Gerich.” Explico Klaas.
“¿Quién?” El magíster comenzó a servir alcohol.
“Wilhelm, el vigilante, era de la Casa de Gerich.”
“Ah, por supuesto.” Dijo el magíster, aun confundido.
“Quiero que lo retomes donde él lo dejo.”
“Ya veo - ¿Exactamente donde sería eso?”
“El libro realmente no revela lo que paso con Wilhelm. Solo revela brevemente unos cuantos casos en los que trabajo durante su tiempo en Altstadt. Quiero que intentes descubrir que paso con él.”

Ambos alcanzaron sus vasos y asintieron con la cabeza en un brindis silencioso.

“Parece razonable - ¿En que puede ayudarlo la oficina del magistrado?”
“Dos cosas. Me gustaría saber si hay algo lo cual apoye la alegación de que Wilhelm estaba trabajando para el Barón de Brennenburg con el fin de aumentar los crímenes. Wilhelm era un desconocido para muchos y Kleist expuso que él pudo haber estado trabajando para el Barón para ganar influencia en los más grandes círculos.”
“Bueno, ¿Qué puedo decirte al mirar simplemente a la pared?.”

El magíster se puso de pie e hizo un gesto hacia una pared enmarcada de documentos.

“Estás son todas las proclamaciones dadas por el barón de Brennenburg desde…” El magíster se acercó a ver los documentos más de cerca. “… desde 1599 y ninguno de ellos menciona tal asociación.”
Klaas estudió el puñado de documentos por un momento.
“Disculpe, pero en realidad no prueba que hubo un trato, más bien que la baronía ha estado demasiado tranquila.”
“No tranquila – privada. Si hubo tal trato, la oficina del magíster no lo sabría. Mi punto es que no puedo ayudarlo.”
“Es una lástima.”
“Puedo solicitar una audiencia con el Barón Alexander.”
“Hecho, pero no he escuchado.”

Perdido en sus pensamientos, Klaas camino hacia la ventana y miro afuera. Él vio a las personas en la plaza de la ciudad tratar su vida diaria. Así es cómo él prefería observar el mundo, desde detrás del cristal de una ventana protectora.

“¿Qué era lo otro?” Pregunto el magíster.
“¿Disculpe?”
“Antes, dijo que había dos cosas en las que necesitaba ayuda.”
“Necesito los documentos concernientes al incendio.”

Klaas camino afuera hacia la plaza. Tomo un profundo respiro, intentando controlar su incomodidad. Sus ojos saltaron más allá de la escena, la risa de una joven mujer llevando bolsas de harina de la panadería, el chico sacando uno de los caballos de frente a la Posada, el padre saludando a una mujer anciana.

Klaas giro su cabeza hacia el cielo y tomo otro profundo respiro. Los espacios abiertos siempre le ponían de los nervios. Él sabía que era ridículo, pero no podía controlarlo. Klaas se dio prisa hacia el carruaje y subió dentro.

El carruaje lo llevo hacia el sur en busca de la vieja granja descrita en los documentos. El Jueves, 28 de Septiembre, 1704, hubo un incendio el cual consumió un granero a una cuantas millas al sur de Altstadt. Fue el último caso de Wilhelm. Los documentos obtenidos de la oficina del magíster contenían un puñado de testimonios de testigos, pero faltaba la declaración final de Wilhelm. El destino de Wilhelm y el pirómano nunca habían sido revelados completamente. Un sheriff de Königsberg fue enviado a investigar los esfuerzos de Wilhelm, pero regreso a principios de invierno, 1704, reportando que los crímenes habían caído en Altstadt y que no había rastros del noble.

Ludwig Kleist, el autor del Patrimonio, asumió lo mejor para todas las partes.

Esta postura era la razón de nuestra falta de información sobre la mitad de la vida de Wilhelm. En 1704, cuando él tenía 34 años, encontramos los últimos documentos que detallaban sus esfuerzos. Wilhelm había trabajado por dos años para el Barón Alexander de Brennenburg cómo un representante secreto. El Barón Alexander, siendo un caballero de la prestigiosa Orden del Águila Negra, debe haberse dado cuenta de que el magíster y el sheriff en Königsberg no podían dejar que el crimen aumentará, y obtuvo un asistente del condecorado soldado de Gerich. Este arreglo probablemente no era administrado por el Rey, al menos no oficialmente, y si se investiga podría caer parte de un punto de vista legal. En 1704, un sheriff de Königsberg fue enviado a Altstadt para cuestionar a Wilhelm acerca del arresto de civiles que él había comenzado. Parece seguro asumir que Wilhelm había cesado en sus esfuerzos, pero fue permitido de dejarlo por decisión propia, ya que ningún documento detalla este acuerdo. Considerando que la llegada del sheriff coincide con el último caso de Wilhelm este hecho parece absolutamente obvio.
Extracto de “Patrimonio”
Ludwig Kleist

El carruaje subió por una pequeña carretera de tierra. Klaas ya no podía leer ya que el carruaje comenzó a balancearse de lado a lado. Pensó en las palabras de Kleist. Realmente disfrutaba leyendo el Patrimonio, pero había demasiada especulación.

“Maestro Gottschall, hemos llegado”, llamo el conductor.

Klaas se dio un respiro y salió fuera. El paisaje no le molestaba tanto. Mientras allí no hubiera demasiadas personas alrededor, él podría relajarse. Había dos casas en el lugar y una estaba siendo construida. Uno de los hombres trabajando cruzo el patio y se acercó al carruaje.

“¡Oye!”
“¿Señor Stoss?” Pregunto Klaas.
“No, no hay ningún Stoss por aquí. Mi nombre es Zimmermann.”
“Ya veo, ¿Le importa si miro alrededor? Vengo desde Königsberg. Estoy investigando el incendio.”
“¿Incendio?”
“Si, en 1704 hubo un gran incendio aquí.”

Zimmermann se río.

“¿1704? ¡Eso es casi setenta años atrás!”
“Si, lo sé muy bien.”
“Por supuesto, venga.” Zimmermann aún mantenía su risa. “¿Cuál es su nombre, Sheriff?”
“Klaas, pero no soy un sheriff, soy un historiador.”
“Ya, eso suena bien.”

El sitio del incendio era considerado demasiado fastidioso para limpiarlo, ya que aún quedaba desperdicios cómo maderas quemadas. Zimmermann no se preocupaba, ya que trabajaba bien cómo pastor. Klaas no estaba seguro de lo que estaba buscando, pero tenía la esperanza de que podría encontrar algo. Él miro alrededor de la pradera, hacia el bosque y de regreso a la granja. Los hombres estaban trabajando en la casa, mientras el conductor encendía una pipa. Que estoy haciendo, pensó. Él miro los documentos que detallaban los eventos de nuevo. Intento imaginar cómo se reproducía frente a él. La ubicación de las dos casas era muy parecida a la granja Stoss. Klaas estaba de pie donde la granja se posicionaba. El peón, llamado Emil, incendió el granero con su maestro dentro. El fuego se extendió rápidamente…

Espera un minuto. El granero era demasiado grande. Esto debería haber tomado un largo tiempo. ¿Cómo es que el granjero no se salvó a sí mismo y cómo hizo Wilhelm para aparecer tan rápido?

Wilhelm sabía que Emil no estaba bien. Él hizo que uno de sus hombres siguiera a Emil esa noche y le capturará ya que incendió el granero. Luego de alertar a la familia; el hombre de Wilhelm trajo a su maestro para que arreste a Emil.
La Declaración de Dorothea Stoss

Klaas regreso a Altstadt. Sus propias sospechas eran tan infundadas cómo el cuento de hadas de Kleist, pero había algo extraño sobre todo ese calvario. Él abrió la pesada puerta que llevaba hacia la iglesia. El padre estaba encendiendo algunas velas dado que la nublada tarde dejaba la iglesia a oscuras.

“¿Padre?” Llamo Klaas.
“Bienvenido, hijo.”
“Necesito su ayuda.”
“Dios responderá a quienes oren.”
“Bueno, sí, esto es más mundano. Necesito ver los registros de la iglesia. Necesito saber que le sucedió a Dorothea Stoss.”
“¿Qué le sucedió? ¿Qué quieres decir?”
“Necesito saber que le sucedió a la granja tras el incendio.” Presiono Klaas.
“No estoy seguro acerca de que estás hablando, pero Dorothea vivió con su hija, Anna, por años aquí en Altstadt. Ella falleció. Debe haber sido hace quince o veinte años atrás.”
“¿Su hija? ¿Ella aún vive?”

La hija de Dorothea, Anna, se prometió a la familia Koch, en 1718, y se mudó lejos de la granja. Poco más que una década después, Dorothea se mudó con Anna. La granja cayo en desuso y la tierra fue dejada desatendida por veinte años hasta que se vendió tras la muerte de Dorothea.

Klaas sonrió al descubrir el tesoro informativo de la aventura a los archivos de la iglesia. Pero aun así era poco acerca de los eventos actuales o cualquier rastro de Emil, el peón. Había una sola forma de seguir, él tenía que encontrar a Anna Koch y esperar a que ella tuviera algo que decirle. Ella tenía seis años al momento del incendio y con un poco de suerte los eventos crearían una impresión en ella.

Klaas salió hacia la plaza, él siguió por los lados para no cruzar. Estaba demasiado agitado, no necesitaba otro ataque de pánico. Él rechazo la calle lateral y evito a un granjero con un carro de nabos que iba hacia la ciudad. Anna era una viuda bastante rica que vivía con una sirvienta en una modesta, pero bien mantenida, casa de ciudad. Klaas se arregló su chaqueta, se sacudió el polvo de sus mangas y golpeo la puerta. La sirvienta que abrió la puerta era una mujer alegre de mediana edad. Klaas fue invitado dentro.

“¿Puedo ofrecerle algo de beber? ¿Está hambriento?”
“Gracias, pero no gracias. Tenía la esperanza de ver a Anna Koch.”
“Por supuesto, venga, por aquí.”

La sirvienta indicó a Klaas que suba las escaleras hacia el salón. Anna estaba recostada en una mecedora frente al mirador. El cuarto estaba decorado con pinturas y porcelana. Una elegante alfombra estaba extendida a través del piso de madera pulido. La chimenea chasqueo reconfortantemente y una creciente calidez sumergió el cuarto.

“¿Anna?” Dijo la sirvienta. “Este joven te busca. ¿Eso estaría bien?”
“Si, por supuesto. ¿Qué hacer por ti?”
“Frau Koch, mi nombre es Klaas Gottschall. Vengo desde la universidad de Königsberg. ¿Puedo hacerle unas cuantas preguntas?”
“Por favor, tome asiento.”

Klaas se sentó en una robusta silla junto a ella. Él miro fuera de la ventana. Las calles afuera eran más que ordinarias. Una casa de un solo piso alineada del lado opuesto de la calle, una sola señal perteneciente al zapatero del pueblo era la única cosa que rompía la monotonía de las casas residenciales.

“Me gusta ver pasar el mundo.” Dijo Anna.
“Me siento igual.”

Ellos se sentaron por un momento a mirar la calle debajo y el bosque más allá de la ciudad. El sol se estaba poniendo y la pálida luna se alzaba.

“¿Recuerdas el incendio en el granero?”
“Oh, querido, ¡No he pensado en eso desde hace años! ¿Por qué lo preguntas?”
“Estoy intentando descubrir que le sucedió a Wilhelm y el peón…”
“Emil.” Ella interrumpió. “Él era un hombre dulce.”
“En serio, me sorprende que digas eso.”
“¿Y eso por qué?”
“Él mato a su padre.”
“No seas ridículo.”

Algunas veces Emil tenía que dormir solo dentro del granero. Él tenía veinte años, pero aún le temía a la oscuridad, así que debía escabullir algo de aceite para lámparas para que él pudiera encender un cuenco de hojalata. Él cayo dormido con el fuego aun quemándose. Más tarde despertó gritando a todo pulmón. El granero se estaba incendiando. La familia entera rápidamente se reunió en el patio, pero el padre siendo el hombre que era, decidió ir a salvar los animales dentro. Como bien se sabe, él nunca regreso. Emil lloraba histéricamente. Intenté reconfortarlo, ya que yo aún no sabía lo que había sucedido. Más tarde, ese tipo Wilhelm, llego con sus hombres diciendo que Emil debía ir con ellos. Nuestros niños fueron enviados dentro, pero madre hablo con el agente de la ley y más tarde escribió una declaración al magíster de la ciudad.
Anna Koch, antiguamente Stoss.

“¿De cualquier forma que le sucedió a Emil?”
“Oh, puedo decir que él fue reprochado de alguna manera, pero fue un accidente y todos lo sabían. No puedo imaginarlo siendo castigado por su propio sentido de la culpa.”

Klaas considero decirle a Anna acerca de las duras palabras escritas por su madre sobre Emil. Ciertamente podrían haberlo condenado a varios años en prisión. ¿Qué ganaría posiblemente con decirle, y que podría hacer ella con tal información? Klaas decidió mantener esas palabras para sí mismo.

“¿Qué falta?” Pensó él. Hay un único lugar más a donde ir, al Castillo Brennenburg.

Mientras el carruaje de Klaas atravesaba la puerta principal e ingresaba al patio Brennenburg, él tuvo la sensación de ser abandonado. Todo estaba tranquilo y sereno. ¿Realmente hay alguien con vida aquí?

Klaas cerró la puerta del carruaje detrás de él y miro alrededor. El patio estaba pavimentado con adoquines, no la forma cuadrada rígida cómo en la universidad de Königsberg, sino que era de la piedra más natural encontrada en la orilla del mar. El castillo se alzaba frente a él, una magnifica estructura gótica con distinguidas ventanas y elaborados parapetos.

“¿Debería esperar, señor?” Pregunto el conductor.
“Por favor, no tardaré.” Respondió Klaas. Camino hacia la enorme puerta y golpeo la pesada puerta con tanta elegancia como pudo.
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