He drenado la inundación, el saboteador ha sido derrotado. El corazón me late de emoción y la cabeza me da vueltas y se estremece, febril, por la emoción. La máquina vibra a mi alrededor y siento que su renacer es inminente. El descenso final me anima a entrar, igual que Lily, aquel día de nuestra noche de bodas, me llamaba para convertirme en hombre.
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