12 de Agosto de 1839
El ritual de destierro está tardando más de lo esperado y tenemos que hacer todo lo que sea necesario. Me paso el tiempo ayudando con los prisioneros. Estar cerca de estos degenerados me pone enfermo. Ningunos de ellos se enfrenta a su castigo con dignidad. Se burlan de mí con mentiras sobre su inocencia y sus súplicas cobardes implorando misericordia. ¿Qué puede hacer que un hombre se aleje tanto de una existencia civilizada? Todos son hombres malvados y me lo recuerdo constantemente. Aun así, doy gracias a Dios por enviarnos a estos monstruos ya que servirán como instrumentos para salvarme.
Estoy intentando estudiar las distintas herramientas de la sala de tortura y aprender a utilizarlas de forma eficaz. La última vez fue un desastre y el efecto se resintió por culpa de mi inexperiencia.
Cuando volvamos a intentar la protección, estaré preparado.