25 de Junio de 1839
Necesito continuar con este diario, a pesar de que su cometido era documentar mi viaje a África. Esto debe ser algo muy importante, lo sé. Me había propuesto volver a juntar los trozos del orbe, pero está resultando más difícil de lo que pensaba. Los trozos se comportan de forma extraña. Parecen cambiar de color, forma y textura, pero muy levemente.
Ayer, tomé medidas con esmero y observé algunas marcas significativas. Hoy, se han confirmado mis sospechas. Estaban cambiando. Estaba aterrorizado y partí apresuradamente a ver al mejor geólogo de Londres, sir William Smith. Abordé el tema con cuidado y discutimos sobre cómo las rocas cambian de forma. Me habló de las propiedades del vidrio, cómo se repliega sobre sí mismo, como el hielo derritiéndose lentamente a lo largo de los siglos.
Smith hizo desaparecer algunos de mis pensamientos, pero sigo teniendo la impresión de que estos trozos tienen propiedades de otro mundo.