8 de Agosto de 1839
Nunca hasta hoy había estado tan seguro de ir por el buen camino. Con mi orbe, Alexander consiguió canalizar su poder hacia nosotros. El santuario interior brilló con una intensa luz azul y pude sentir lo mismo que en la cámara oscura de Argelia. Era como estar en medio de un torbellino demencial de sensaciones. Era aterrador, pero Alexander se mantuvo tranquilo y utilizó extrañas herramientas científicas para dominar la tormenta.
De repente, la luz azul se empañó con manchas rojas y las paredes rezumaron un tejido palpitante que resonaba con la escena. Alexander cubrió rápidamente el orbe con un trozo de tela y esa cosa indescriptible se desvaneció. Aparentemente, la Sombra del orbe está más cerca de lo que Alexander pensaba. Me dijo que debo prepararme para un ritual de protección mañana. No estoy seguro de lo que espera, pero tengo un mal presentimiento.