Querido Sr. Mandus:
Aprovecho esta oportunidad para escribirle personalmente para expresarle mi más sincero agradecimiento. Su generosidad es una inspiración para todos. Anoche, me senté a presidir la mesa y vi a los huérfanos comer felices, por primera vez no se van a ir a dormir presos del hambre.
Esta mañana, Alice ha llamado a mi puerta y le había preparado a usted el ramillete de flores secas que le adjunto. Dijo: "Por favor, dígale a ese amable señor que han sido las mejores salchichas que jamás había probado". Poder ver a una muchacha desnutrida con ese color sonrosado en las mejillas y tan bien alimentada… es un auténtico milagro. Estamos en deuda con usted, Sr. Mandus, y tengo el placer de comunicarle que he hablado con los gobernadores, quienes afirman que podemos continuar con su programa de reforma de trabajo infantil sin vacilaciones. Espero que nuestros niños cumplan sus expectativas. Le prometo que serán un gran activo para su línea de producción.