Von Reichenbach escribe sobre la Fuerza Ódica, mientras ese charlatán ignorante de Blavatsky pontificó sobre el alma. Los dos son unos cretinos. ¡Pensar que uno pueda tratar de alcanzar tales cotas sin vagar antes entre el vómito y las entrañas, sin plantarse sobre una estructura de huesos! Moctezuma era el más sabio. Pero aquí, en nuestros templos de acero, he visto cómo la cabeza amputada de un hombre muerto, aplastado por un carruaje a la fuga, sumergida en una solución de compuesto de Brennenburg, abría los ojos y gritaba: "Señor, ¿Dónde están mis piernas? ¿Dónde está mi cuerpo?" Estamos atravesando las barreras de la mismísima muerte. ¡Oh, mi querida Lily, ya es demasiado tarde para ti, pero te prometo que salvaré a nuestros hijos de la muerte y, si es necesario, los sacaré de las tinieblas con este maravilloso brebaje!